El primer ministro de Bulgaria, Rosen Zhelyazkov, presentó la dimisión de su Gobierno este jueves tras semanas de protestas callejeras que exigían su salida y denunciaban falta de reformas estructurales y corrupción. La decisión llegó minutos antes de que el Parlamento votara una moción de censura, en un momento crítico para el país, que está a menos de un mes de adoptar el euro como moneda oficial el próximo 1 de enero.

Renuncia en un momento decisivo para Bulgaria

Zhelyazkov anunció su decisión en una declaración televisada en la que explicó que la coalición gobernante había evaluado la situación política y social del país. “Nuestra coalición se reunió, discutimos la situación actual, los desafíos que enfrentamos y las decisiones que debemos tomar responsablemente. Nuestro deseo es estar al nivel que la sociedad espera. El poder nace de la voz del pueblo”, afirmó.

El Gobierno, liderado por el partido conservador GERB y respaldado por el Partido Socialista Búlgaro (BSP) y el grupo populista ITN, asumió en enero de 2025 con una mayoría frágil y fue objeto de seis mociones de censura en menos de un año.

Protestas masivas en todo el país

Las manifestaciones que llevaron a la dimisión comenzaron tras la presentación del primer presupuesto proyectado en euros para 2026, que incluía incrementos en impuestos y cotizaciones sociales. Aunque el Ejecutivo retiró la propuesta, las movilizaciones continuaron. Miles de personas salieron a las calles en Sofía, Plovdiv, Varna, Burgas y otras ciudades exigiendo cambios profundos.

Los manifestantes —muchos de ellos jóvenes de la Generación Z— rechazaban no solo el contenido del presupuesto, sino lo que consideraban un sistema político marcado por la corrupción endémica y la falta de independencia judicial. “No se puede arreglar el país sin arreglar antes la justicia”, expresó un manifestante en Sofía.

Las consignas “Dimisión”, “Fuera la mafia” y “Por unas elecciones justas” se repitieron durante semanas. En Sofía, incluso proyectaron mensajes sobre la fachada del Parlamento.

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Credit: Miles de personas llenan la plaza central de Sofía, exigiendo la dimisión del gobierno | Foto: Valentina Petrova – AP

Un descontento acumulado y un desgaste irreversible

El malestar ciudadano también se alimentó de la percepción de vínculos de figuras políticas con oligarcas como Delyan Peevski, señalado internacionalmente y acusado de influir en instituciones clave. Transparency International sitúa a Bulgaria entre los países con mayor percepción de corrupción en la Unión Europea.

La tensión aumentó cuando el presidente Rumen Radev pidió públicamente la renuncia del Gobierno. En un mensaje dirigido al Parlamento, afirmó: “Escuchen a la gente en la plaza pública”.

Tras la renuncia del Ejecutivo, el presidente deberá consultar a los partidos del Parlamento para intentar la formación de un nuevo Gobierno. Sin embargo, las últimas siete elecciones generales en apenas cuatro años dejan pocas expectativas de acuerdos estables. Si no se logra una coalición, Radev deberá nombrar un gabinete interino y convocar a nuevos comicios.

Incertidumbre ante la entrada al euro

La crisis llega en un momento crítico: Bulgaria está a punto de unirse a la zona euro el 1 de enero de 2026. Aunque Bruselas asegura que el calendario no cambia, la ausencia de un Gobierno estable genera inquietudes sobre la implementación del cambio monetario y la credibilidad institucional del país.

La combinación de protestas masivas, desconfianza ciudadana, presión internacional y debilidad parlamentaria hace que Bulgaria entre en una nueva fase de transición, marcada por más preguntas que certezas.

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