En menos de una semana, la industria del entretenimiento surcoreano vio cómo tres de sus figuras más reconocidas se desmoronaban públicamente por razones distintas, pero con un mismo desenlace: la desaparición inmediata de las pantallas. Las acusaciones contra la comediante Park Na-rae, el presentador Cho Sae-ho y el actor Cho Jin-woong han encendido un intenso debate sobre los estándares —y la severidad— con que Corea del Sur juzga a sus celebridades.
Park Na-rae: acusaciones de abuso laboral y goteos ilegales

Park Na-rae, una de las humoristas más famosas del país, fue denunciada penalmente por dos ex managers que aseguran haber sido víctimas de maltrato verbal, agresiones físicas y la obligación de realizar tareas personales para la actriz.
Aunque Park ha negado todas las acusaciones y contrademandó a los denunciantes por chantaje, enfrenta además una investigación separada por supuestamente recibir goteos intravenosos ilegales en su casa, lo cual viola la ley médica surcoreana.
Presionada por la controversia, Park anunció que detendrá todas sus actividades en televisión hasta que “las cosas estén claramente resueltas”, argumentando que no quiere convertirse en una carga para sus programas y colegas.
Cho Sae-ho: vínculos con un pandillero y salida de programas

El comediante y presentador Cho Sae-ho también quedó bajo fuego después de que circularan rumores de que mantenía amistad con un conocido miembro de una pandilla local y que habría recibido dinero para promover sus negocios.
Las redes sociales reaccionaron de inmediato, pidiendo su retiro de los programas más populares que conducía, como You Quiz on the Block.
Su agencia negó los vínculos ilícitos, pero Cho decidió abandonar los programas, admitiendo que “debió ser más cuidadoso” con las personas que conocía y que no quería “sobrecargar” a los equipos de producción con la controversia.
Cho Jin-woong: pasado delictivo y retiro inesperado

El caso más polémico ha sido el del veterano actor Cho Jin-woong, quien anunció su retiro de la actuación tras un informe viral que lo acusaba de haber sido enviado en su adolescencia a un centro de detención juvenil por robo y agresión sexual.
Ya como adulto, también habría agredido a un miembro de su compañía de teatro y fue sancionado por conducir bajo los efectos del alcohol.
Su agencia confirmó que el actor cometió delitos en su juventud, pero negó cualquier acusación de agresión sexual. Aun así, las emisoras actuaron con rapidez: su narración en una serie documental fue reemplazada, y la secuela de su exitosa serie Second Signal quedó en suspenso.
Un debate profundo: ¿hasta dónde debe llegar la cultura de la cancelación?
Las acusaciones contra Cho Jin-woong fueron el detonante de una discusión nacional sobre la severidad con la que Corea del Sur juzga a sus figuras públicas.
Para algunos, no es justo castigar a una persona por errores cometidos hace décadas; para otros, su presencia en la pantalla podría reabrir heridas de víctimas pasadas.
Más allá de este caso, los tres escándalos renovaron la conversación sobre los estándares desproporcionados que enfrentan las celebridades surcoreanas, quienes han visto sus carreras suspendidas por situaciones que van desde bullying escolar hasta simples relaciones sentimentales.
El crítico cultural Kim Sung-soo señaló que el público surcoreano siente la responsabilidad de “corregir” comportamientos considerados inaceptables, lo que muchas veces se traduce en expulsar a las celebridades de la vida pública.
Pero mientras Park, Cho Sae-ho y Cho Jin-woong prometen reflexionar sobre sus actos, parte del público también empieza a cuestionar el ciclo infinito de “cancelación y castigo” alimentado por las redes sociales.
“Estoy cansado de este patrón recurrente de atacar celebridades en línea”, escribió un usuario. “Creo que es hora de que nuestra sociedad reconsidere seriamente cómo funcionan estas dinámicas”.

