John Martinis, uno de los científicos galardonados con el Premio Nobel de Física 2025, encendió las alarmas sobre el acelerado avance de China en computación cuántica. Desde Tel Aviv, en entrevista con Bloomberg News, el físico aseguró que la brecha entre China y Estados Unidos en esta tecnología se ha reducido al punto de estar “a nanosegundos” de diferencia.
“China es sin duda muy competitiva en este ámbito”, afirmó. “Debería preocuparnos que exista una verdadera competencia”.
La advertencia no es menor: la computación cuántica tiene el potencial de descifrar comunicaciones militares, vulnerar infraestructuras críticas y resolver problemas que hoy ni las supercomputadoras más potentes pueden afrontar. Según el propio Martinis, aplicaciones de este tipo podrían volverse una realidad en un plazo de cinco a diez años.
Martinis —profesor en la Universidad de California en Santa Bárbara— obtuvo el Nobel junto con Michel H. Devoret y John Clarke por investigaciones realizadas en los años 80 que describieron el efecto túnel macroscópico y la cuantificación de energía en circuitos eléctricos, trabajos que terminaron cimentando buena parte del campo cuántico actual.
Su nombre también es clave en la historia moderna de esta disciplina: en 2019 lideró al equipo de Google que alcanzó la llamada “supremacía cuántica” con el procesador Sycamore de 54 cúbits, capaz de resolver en 200 segundos un problema que a un superordenador clásico le habría tomado al menos 10.000 años.
Pero China respondió rápido. En 2020, un grupo dirigido por Jian-Wei Pan —considerado el rostro de la ciencia cuántica china— consiguió resolver en minutos un problema que las supercomputadoras clásicas habrían tardado 600 millones de años en procesar. Para Martinis, este salto evidencia la velocidad con la que China replica, adapta y supera avances occidentales: “Cuando aquí se publica un artículo, en pocos meses aparece un artículo chino con capacidades similares”.
La carrera tecnológica no solo involucra a potencias estatales: empresas como IBM, Google, Amazon y Microsoft también compiten por liderar el sector cuántico. McKinsey proyecta que esta industria alcanzará un valor de 1,3 billones de dólares en 2035. Sin embargo, Martinis advierte que el dominio privado podría ralentizar el progreso, pues muchas compañías han dejado de compartir sus descubrimientos.
La computación cuántica se basa en cúbits, unidades capaces de estar en superposición de estados —cero y uno simultáneamente—, lo que multiplica exponencialmente las posibilidades de cálculo. Con apenas 100 cúbits estables, el espacio de operaciones se vuelve prácticamente imposible de reproducir con máquinas clásicas.
Se espera que esta tecnología transforme áreas como la química, la ingeniería de materiales, la criptografía y el modelado de sistemas físicos, dando paso a una revolución tan profunda como la informática clásica en el siglo XX.
Para Martinis, la carrera ya no es una posibilidad teórica: es una competencia feroz, inmediata y determinante para el futuro de la tecnología y la seguridad global.
