una fabula para carolina daf0003406074194d26a493aa3fbeed4
Credit: LINA MARIA ARANG.O

“Fui candidata a gobernación en 2019 con 40.000 votos (año en que Odinsa informó al Gobierno Nacional que haría una nueva concesión con los peajes del Eje Cafetero) y al Senado hace 4 años con 6.024 votos. En Risaralda pasé de 40.000 a 1.600, un resultado que, por supuesto, me afectó. En ambas campañas prioricé temas anticorrupción y peajes. Me enfrenté a Mario Castaño, Merheg y Gallo en esta región Eje Cafetero. Lo que no sabía es que había un poder mucho más grande detrás: una concesión que se estaba armando con miles de millones en juego por 30 años más: los peajes de Autopistas del Café.

Hoy sé que, en ejercicios de prospectiva realizados por el sector económico en Antioquia y sin comunidades, se deciden los proyectos clave con años e incluso décadas de antelación e identifican liderazgos jóvenes y políticos que protejan los intereses del sector empresarial y de esos proyectos. Esto, en teoría, no está mal, si no fuera porque su modelo de APP–IP no solo es abusivo con la fuente de recaudo y proyecciones financieras basadas en peajes, tarifas de servicios, etc., sino porque el lobby y la financiación de campañas en Colombia son muy opacos y no están regulados. Al final, tanto políticos como territorios, como el Eje Cafetero, terminan (algunos sin saber) al servicio de proyectos que, en este caso, fueron planeados por unos empresarios de Medellín: Pacífico 1, 2, 3; líneas de ferrocarril; doble calzada La Paila–Calarcá, etc. De allí que la movilidad y proyectos locales de movilidad, como la doble calzada La Virginia–Pereira, la entrada a Armenia y Pereira, etc., nunca fueran de interés. Eso sí: los peajes los pagan todos esos municipios alrededor, sin que mejoren los accesos a ellos. Nos ponen a pagar los peajes, pero los proyectos internos que requiere el Eje Cafetero son de poco interés para quienes estructuran las concesiones.

En mis campañas hablé de peajes de Invías y de concesión y de la falta de transparencia de los mismos. Sin embargo, en esos años yo no era consciente de lo que me estaba enfrentando al hablar del tema. Hoy soy consciente del poder económico y político que hay detrás.

Los líderes del sector al que apoyé en el pasado (centro) son más cercanos a las concesiones y peajes de lo que pensaba, y más fácil se molestan conmigo cuando les pregunto directamente sobre su relación con el Grupo Argos–Odinsa o cuando planteo propuestas claras para abordar el tema del abuso de peajes y proponer un modelo APP más justo para los territorios y comunidades.

He podido ver todo lo que hay detrás, el trabajo de lobby y cómo las concesiones comienzan a trabajar en sus proyectos con años de anticipación. Calcularon mal mi silencio y mi propósito, así no hubiera sido electa. Pensaron que lo mío era solo electoral.

Pensaron que, con mi pérdida tan fuerte en la campaña al Senado, me olvidaría del tema. Y aquí estoy, alzando la voz como ciudadana. Lo que más les incomoda es que los conozco personalmente. Por eso para ellos la estrategia fue dañar mi reputación, aislarme y hacerme ver como una politiquera que no sabe de lo que habla, que no sabía perder y un sinnúmero de adjetivos para descalificar. Y, por supuesto, no faltaron las focas y los petristas molestos por mi crítica a la corrupción de Petro que, sin entender a qué me estoy enfrentando, terminan de idiotas útiles de todo ese sistema.

Actualmente no soy candidata. Eso es lo que ellos sí lograron: bloquearme políticamente. Pero no me silenciaron. Aquí sigo, incomodando.”

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