Las tensiones diplomáticas entre Estados Unidos y Colombia siguen creciendo tras las más recientes declaraciones del presidente Gustavo Petro. Desde Washington, voceros del gobierno norteamericano aseguraron que no han visto “ninguna señal de desescalada” por parte del mandatario colombiano, a quien algunos senadores calificaron incluso de “desquiciado” por su retórica en contra de Israel y el apoyo mostrado hacia grupos como Hamás y Hezbolá.

La situación se agudizó luego de que Petro comparara los bombardeos en Gaza con los crímenes del nazismo y mantuviera su postura crítica frente a la política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio. Estas afirmaciones, que generaron rechazo en sectores diplomáticos y políticos estadounidenses, han sido interpretadas como un nuevo obstáculo para las relaciones bilaterales, históricamente estrechas en materia de cooperación y seguridad.

Washington mantiene su preocupación por el tono de Petro

Fuentes del Departamento de Estado indicaron que el gobierno del presidente Joe Biden observa con inquietud las recientes declaraciones de Petro, a quien acusan de profundizar la distancia con aliados tradicionales. Según funcionarios consultados, Estados Unidos “no ha percibido ningún esfuerzo de desescalada ni moderación en el lenguaje del presidente colombiano”, lo cual complica los canales diplomáticos entre ambas naciones.

El portavoz adjunto del Departamento de Estado, Vedant Patel, reiteró que Washington “sigue comprometido con el fortalecimiento de los lazos con Colombia”, pero advirtió que espera un comportamiento responsable de los líderes regionales en el manejo de temas internacionales sensibles. Analistas señalan que la tensión ha alcanzado un punto crítico, especialmente tras la decisión de Petro de llamar a consultas al embajador colombiano en Israel, una medida que fue vista como un gesto político desafiante frente a Occidente.

Reacciones en el Congreso de Estados Unidos y la política colombiana

Las palabras del presidente Petro provocaron duras reacciones en el Congreso estadounidense. El senador republicano Marco Rubio calificó al mandatario colombiano como un dirigente “fuera de control”, mientras que otros legisladores instaron a revisar la cooperación económica y militar con Colombia. Aunque la Casa Blanca ha evitado pronunciamientos directos de alto nivel, fuentes diplomáticas reconocen que el malestar es creciente.

En el ámbito nacional, líderes de la oposición colombiana criticaron el tono del presidente, asegurando que su política exterior está “aislando a Colombia de sus principales aliados democráticos”. Voces del uribismo y del centro político advirtieron que la confrontación verbal con Estados Unidos podría afectar la inversión extranjera y la cooperación en temas estratégicos como la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la migración.

Pese a las críticas, sectores cercanos al Gobierno defienden la postura del mandatario argumentando que su discurso responde a una visión soberana de la política exterior colombiana. Según ellos, Petro busca reposicionar a Colombia como una voz independiente en el escenario internacional y no como un seguidor automático de la agenda estadounidense.

¿Hacia dónde se dirigen las relaciones entre Colombia y Estados Unidos?

La pregunta que domina los análisis diplomáticos es si esta crisis representa un punto de inflexión o simplemente un episodio más dentro de la compleja relación entre los dos países. Expertos en política internacional advierten que, aunque la alianza histórica es sólida, los roces retóricos podrían erosionar la confianza mutua si no se retoma el diálogo constructivo.

Desde Washington, varios analistas consideran que Colombia continúa siendo un socio clave en la región, pero insisten en que el discurso de Petro pone a prueba la paciencia estratégica de Estados Unidos. En contraste, en Bogotá algunos sectores ven esta situación como una oportunidad para diversificar las relaciones internacionales hacia Europa, Asia y África, con el fin de reducir la dependencia histórica del poder norteamericano.

Sin embargo, diplomáticos experimentados recuerdan que la relación bilateral va más allá de las diferencias políticas y depende de la cooperación en temas sensibles como la seguridad regional, la transición energética y el desarrollo económico. Si bien el tono actual es de tensión, existe margen para una recomposición de las relaciones, siempre y cuando ambas partes prioricen la diplomacia sobre la confrontación.

La comunidad internacional observa con atención este pulso político. Mientras Estados Unidos exige moderación y coherencia en el discurso colombiano, el presidente Petro insiste en mantener su línea crítica frente al intervencionismo occidental. La incógnita que persiste es si este enfrentamiento retórico desembocará en un distanciamiento real o en una eventual negociación diplomática que restablezca la confianza perdida. ¿Podrán Washington y Bogotá reencontrar el camino común que durante décadas definió su alianza estratégica?

Entérate con El Expreso