fuga militar en corea soldado del norte alcanza el sur a traves de la frontera altamente vigilada 24nkorea military 01 mqpf articlelarge
Credit: New York Times

Un miembro del ejército de Corea del Norte abandonó su posición este domingo y atravesó con éxito la altamente vigilada Zona Desmilitarizada de Corea (DMZ) para llegar a Corea del Sur, informó el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur. Por su parte, el desertor manifestó su voluntad de hacerlo durante el interrogatorio que se le realizó tras la entrega formal.

La huida se produce en un entorno de alta vigilancia y riesgos extremos: la DMZ, con una longitud de 248 km y un ancho de unos 4 km, es un corredor impregnado de minas, alambre de espino, puestos de vigilancia y patrullas constantes, lo que vuelve cada cruce una operación de vida o muerte.

El incidente muestra una dinámica poco habitual: se trata de la primera deserción de un militar desde que Lee Jae‑myung asumió el gobierno surcoreano en junio, y la tercera fuga registrada en general entre el Norte y el Sur en ese periodo. Dos civiles lograron cruzar previamente en julio: uno lo hizo el 3 de julio y otro fue rescatado el 31 de ese mes en aguas del río Han.

Según el propio comunicado del Estado Mayor Conjunto, el desertor fue “rastreado y monitorizado en todo momento”. No se detectaron “movimientos inusuales” dentro de las fuerzas norcoreanas, lo que sugiere que el escape pudo haberse preparado de forma individual.

La DMZ no solo separa ambos estados, sino que es un recordatorio físico del conflicto que quedó suspendido en 1953 con un armisticio. Está equipada con barreras antitanque, minas y alambres, lo que convierte el acto de cruzar en una hazaña de altísimo riesgo.

Aunque las deserciones de ciudadanos del Norte hacia el Sur no son inéditas —entre 1998 y la fecha, más de 34 000 personas lo han logrado, según el Ministerio de Unificación de Corea del Sur— este caso destaca por involucrar a un militar.

Las cifras muestran una caída notable: en 2009 se alcanzó casi un máximo cercano a los 3 000 desertores; sin embargo, para 2024 se registraron apenas 236, y hasta la fecha en 2025 van 96. El endurecimiento del control fronterizo por parte del Norte, la pandemia de covid-19 y el reforzamiento de los operativos de repatriación especialmente vía China han reducido el flujo.

Por su parte, un informe del alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) señala que el régimen de Kim Jong‑un ha incrementado la aplicación de la pena de muerte por delitos como el consumo o difusión de información extranjera, y que quienes intentan cruzar la frontera enfrentan ahora al menos cinco años de cárcel.

Este contexto ilustra una doble realidad: por un lado, las motivaciones que llevan a alguien a arriesgarlo todo; por otro, el aislamiento extremo y las sanciones internas que imponen los aparatos del poder norcoreano para evitar fugas.

La investigación interna de las autoridades surcoreanas determinará los motivos del escape del soldado —un procedimiento estándar— y analizará si hay implicaciones más amplias en la seguridad de la frontera. Su entrega al Sur y la ausencia de respuesta inmediata del Norte dejan en suspenso qué estrategia seguirá Pionyang ante este nuevo capítulo.

Esta fuga plantea varios interrogantes clave: ¿producto de una desilusión individual o de un desgaste mayor en el sistema militar norteño? ¿Tendrá un efecto simbólico que motive nuevas desertiones o provocará una contracción aún mayor del flujo de fugas? ¿Cómo responderá el régimen de Kim Jong-un a este cúmulo de desafíos?

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