El Pentágono confirmó este miércoles el primer bombardeo contra una narcolancha en el océano Pacífico, una operación militar sin precedentes que dejó dos tripulantes muertos y marca un cambio en la estrategia de lucha contra el narcotráfico marítimo. Según las autoridades estadounidenses, el ataque se produjo luego de que los sistemas de vigilancia detectaran una embarcación sospechosa de transportar droga en una de las rutas más utilizadas por las organizaciones criminales que operan entre Sudamérica y Centroamérica.
De acuerdo con el comunicado del Departamento de Defensa de Estados Unidos, la operación fue ejecutada por fuerzas conjuntas del Comando Sur y la Armada estadounidense en aguas internacionales, a unos 500 kilómetros de las costas de Ecuador. La narcolancha fue interceptada tras maniobras evasivas que pusieron en riesgo la vida de los agentes, lo que llevó a la autorización del ataque aéreo.
Una operación sin precedentes en la lucha contra el narcotráfico marítimo
El ataque, confirmado por el portavoz del Pentágono, representa un precedente histórico en las acciones antidroga de Estados Unidos, ya que por primera vez se empleó fuerza letal aérea contra una embarcación de este tipo. Las autoridades justificaron la decisión como una medida “proporcional y necesaria” ante la creciente sofisticación de las redes del narcotráfico, que utilizan lanchas semisumergibles y embarcaciones rápidas para el transporte de cocaína desde países como Colombia, Perú y Ecuador.
Los dos tripulantes que fallecieron fueron identificados como presuntos integrantes de una red transnacional vinculada al cartel del Pacífico Sur, mientras que un tercer ocupante fue rescatado con vida y trasladado a un buque militar para su interrogatorio. Las investigaciones preliminares apuntan a que la embarcación transportaba cerca de una tonelada de cocaína, aunque los daños causados por el bombardeo dificultaron la recuperación completa de la carga.
Reacciones internacionales y debate sobre el uso de fuerza letal
La noticia del bombardeo generó reacciones encontradas en la región. Algunos gobiernos sudamericanos expresaron preocupación por la posibilidad de que Estados Unidos amplíe el uso de fuerza militar en operaciones antidroga sin coordinación regional. Voceros de la Cancillería ecuatoriana señalaron que el incidente “debe ser analizado en el marco del derecho internacional marítimo”, mientras que autoridades colombianas evitaron pronunciarse oficialmente.
Por su parte, expertos en seguridad sostienen que esta operación podría sentar un precedente delicado. Analistas del Centro de Estudios Estratégicos de Washington advirtieron que el uso de armamento aéreo en aguas internacionales podría incrementar las tensiones diplomáticas y abrir un debate sobre los límites de la soberanía en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, fuentes del Pentágono insisten en que la medida responde a la necesidad de frenar un flujo creciente de cocaína que amenaza la seguridad regional.
¿Qué implica este ataque para la política antidrogas en el Pacífico?
El bombardeo contra la narcolancha en el Pacífico podría marcar un nuevo capítulo en la política antidrogas de Estados Unidos, orientado hacia acciones más ofensivas y menos dependientes de la cooperación local. Esta estrategia coincide con los recientes reportes del Comando Sur, que advierten un aumento del 30 % en los intentos de envío de droga por vía marítima durante el último año.
El incidente también plantea interrogantes sobre la participación de aliados estratégicos como Colombia, país que mantiene una estrecha colaboración militar con Estados Unidos en operaciones contra el narcotráfico. Algunos analistas señalan que este tipo de acciones podría generar presión sobre gobiernos de la región para intensificar su cooperación o redefinir sus políticas frente al tráfico marítimo de drogas.
Mientras tanto, el sobreviviente del ataque permanece bajo custodia estadounidense y se espera que proporcione información clave sobre las rutas y estructuras logísticas de la red criminal. Las autoridades no descartan nuevos operativos similares en la zona del Pacífico oriental, considerada una de las rutas más activas para el tráfico de cocaína hacia América del Norte.