El economista Rodrigo Paz, de 58 años, fue elegido nuevo presidente de Bolivia al obtener el 54,5 % de los votos frente al conservador Jorge “Tuto” Quiroga. Su victoria marca el fin de más de dos décadas de gobiernos de izquierda iniciados por Evo Morales, quien transformó la política boliviana desde 2006 con un proyecto socialista que consolidó el poder del Movimiento al Socialismo (MAS). Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, el líder del Partido Demócrata Cristiano asume en un contexto de incertidumbre económica y polarización política que pondrá a prueba su capacidad de liderazgo. El resultado electoral refleja un cambio profundo en el electorado boliviano, que optó por una alternativa de centroderecha moderada frente al agotamiento del modelo estatista y las denuncias de corrupción acumuladas en los últimos años. Paz prometió gobernar con diálogo, fortalecer las instituciones democráticas y promover una economía abierta pero con responsabilidad social.
Tras veinte años de gobiernos de izquierda, Bolivia da un giro político histórico. Desde la llegada de Evo Morales al poder, el país vivió un proceso de nacionalización de los hidrocarburos, reformas constitucionales y una marcada orientación hacia alianzas con potencias no occidentales como China, Rusia e Irán. Aunque esos años dejaron una reducción significativa de la pobreza y una expansión de la clase media, también heredaron un aparato estatal pesado, una alta dependencia de los subsidios y un deterioro en las libertades políticas. El nuevo gobierno de Paz se plantea “reconstruir la confianza interna e internacional”, con énfasis en la transparencia y la inversión privada, sin abandonar los programas sociales más valorados por la población.
Uno de los mayores retos será enfrentar la peor crisis económica en cuarenta años. Según el Banco Mundial, Bolivia cerrará 2025 con un crecimiento inferior al 1 % y una inflación interanual cercana al 23 %. Las reservas internacionales han caído a niveles mínimos —menos de 1.500 millones de dólares— debido al gasto estatal sostenido en subsidios al combustible y a la caída de las exportaciones de gas. Economistas advierten que el país podría verse obligado a reducir el gasto público y renegociar su deuda externa. Sin embargo, cualquier ajuste drástico podría generar un estallido social, especialmente en sectores como el transporte y la minería, históricamente sensibles a los cambios de política económica.
Paz ha señalado que impulsará una “agenda de estabilización gradual”, centrada en recuperar la confianza de los mercados, atraer inversión extranjera y combatir la evasión fiscal. En sus primeras declaraciones, afirmó que su objetivo será “devolver la certidumbre a las familias bolivianas y garantizar que el sacrificio del ajuste no lo paguen los más pobres”. Para ello, su equipo económico planea reformar el sistema tributario, revisar los subsidios y renegociar los contratos energéticos con empresas internacionales. Su apuesta por un modelo de economía mixta busca equilibrar la disciplina fiscal con la justicia social, una combinación que marcará la dirección de su mandato.
En el plano político, el nuevo presidente contará con una mayoría relativa en el Parlamento, lo que facilitará la aprobación de sus primeras reformas. No obstante, los movimientos sociales afines al MAS mantienen una presencia fuerte en las regiones rurales y podrían convertirse en una oposición activa en las calles. El reto de Paz será mantener la estabilidad sin recurrir a la represión, apostando por el diálogo con los sindicatos y las comunidades indígenas. Analistas políticos coinciden en que su éxito dependerá de su habilidad para construir consensos en un país fragmentado por años de confrontación ideológica.
La elección de Rodrigo Paz también representa una redefinición en el mapa político regional. Bolivia se suma así a una serie de giros hacia el centro o la derecha en América Latina, tras los recientes triunfos de gobiernos moderados en Uruguay, Ecuador y Paraguay. Su ascenso al poder podría reorientar la política exterior boliviana, acercando al país nuevamente a Estados Unidos y reequilibrando sus relaciones con los países vecinos. En su discurso de victoria, Paz enfatizó que Bolivia “vuelve a mirar al mundo con esperanza” y que su gobierno “no será de revancha, sino de reconstrucción”.
¿Podrá Rodrigo Paz devolver la estabilidad a Bolivia? Su mandato iniciará oficialmente el 8 de noviembre, con la expectativa de reconstruir una economía debilitada y restaurar la credibilidad de las instituciones. La población, cansada de la crisis y de la división política, espera resultados rápidos y concretos. El desafío es monumental: equilibrar el ajuste con la inclusión social y transformar la esperanza electoral en una gobernabilidad sostenible. ¿Será este el inicio de una nueva etapa de prosperidad para el país andino?
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Palabras clave secundarias: Evo Morales, Banco Mundial, MAS, inflación, estabilidad política.