El gobierno de Estados Unidos confirmó que revocará la visa del presidente Gustavo Petro, decisión que marca un nuevo capítulo en las tensiones diplomáticas entre Washington y Bogotá. La medida se anunció tras el discurso del mandatario colombiano en la Asamblea General de la ONU, donde llamó a la creación de un “Ejército de Salvación del Mundo” con el objetivo de “liberar a Palestina”. Posteriormente, Petro participó en una manifestación en Nueva York que fue señalada por el Departamento de Estado como un acto de incitación a la violencia y la desobediencia dentro del territorio estadounidense.

El anuncio ha generado un fuerte impacto político, no solo en Colombia sino en la comunidad internacional. Mientras sectores oficialistas lo interpretan como una represalia desproporcionada, críticos del gobierno sostienen que refleja las consecuencias de una política exterior que se ha alejado de los tradicionales aliados de Colombia.

La decisión de Washington y sus motivaciones

De acuerdo con el Departamento de Estado, la medida se basa en la consideración de que las intervenciones de Petro constituyeron un “llamado a la desobediencia civil y a la confrontación en suelo estadounidense”. Para la administración norteamericana, estas declaraciones sobrepasan los límites de la diplomacia y se enmarcan en un riesgo para la seguridad interna. El organismo subrayó que, aunque Estados Unidos defiende la libertad de expresión, no puede permitir que un jefe de Estado promueva acciones que puedan traducirse en disturbios dentro de su territorio.

La revocatoria de la visa no es un procedimiento común cuando se trata de jefes de Estado en ejercicio, lo que refuerza el carácter excepcional de la medida. Expertos en política internacional señalan que esta decisión podría afectar las relaciones bilaterales en temas clave como la cooperación en seguridad, la lucha antidrogas y los acuerdos comerciales vigentes.

Reacciones en Colombia y en la comunidad internacional

La noticia ha dividido las opiniones en Colombia. Voceros del gobierno han manifestado que la revocación constituye un acto hostil y una injerencia indebida en la política interna del país. Desde la oposición, en cambio, se interpreta como una consecuencia directa del estilo confrontativo del presidente en escenarios internacionales.

En el ámbito global, las reacciones no se han hecho esperar. Algunos gobiernos latinoamericanos han expresado solidaridad con Petro, destacando que la medida podría sentar un precedente peligroso respecto a la libertad de expresión de los mandatarios. Sin embargo, diplomáticos en Washington recalcan que la preocupación de la Casa Blanca se centra en el impacto real de sus palabras en suelo estadounidense, más que en el contenido ideológico de su discurso.

¿Qué implicaciones tiene para la relación Colombia–EE. UU.?

La revocación de la visa de Petro plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones bilaterales. Estados Unidos ha sido históricamente el principal aliado estratégico de Colombia, especialmente en temas de seguridad y cooperación económica. Sin embargo, este episodio se suma a una serie de tensiones recientes, incluyendo los cuestionamientos de Petro a la política antidrogas y sus críticas al papel de Washington en Medio Oriente.

En términos prácticos, la medida restringe la capacidad del presidente colombiano para ingresar a Estados Unidos en el corto plazo, lo que limita su margen de maniobra diplomática en uno de los escenarios más importantes para Colombia. La pregunta que queda abierta es si este distanciamiento derivará en un reacomodo de la política exterior colombiana hacia otros bloques, como la Unión Europea, China o países latinoamericanos con agendas similares.

Más allá de lo inmediato, la decisión también reaviva el debate interno sobre la línea que debe seguir Colombia en su política internacional: ¿mantener los vínculos históricos con Estados Unidos o avanzar hacia una agenda más autónoma y, quizás, más confrontativa con Occidente?

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