La convocatoria a un paro nacional de 48 horas para los días 28 y 29 de mayo por parte de las principales centrales obreras de Colombia refleja un nuevo episodio en la creciente confrontación entre los sectores sindicales y el Congreso. La medida fue anunciada por Fabio Arias, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), como respuesta directa a lo que calificó como una actitud “provocadora” del Senado al hundir la consulta popular impulsada por organizaciones sociales y el gobierno para validar reformas estructurales.

Durante una cumbre que reunió a sindicatos, representantes de pensionados, la Asamblea Nacional por el Cambio y la Coordinadora por el Cambio —conformada por colectivos estudiantiles, académicos, indígenas y campesinos— se selló el compromiso de avanzar con esta jornada de movilización masiva.

“La lucha continúa”, afirmó Arias, al explicar que este paro no será un acto aislado, sino parte de una estrategia más amplia que incluye una posible huelga general y la promoción del poder popular como herramienta de presión democrática.

La consulta popular y el malestar frente al Congreso

El hundimiento de la consulta popular en el Senado fue interpretado por las organizaciones sociales como un boicot deliberado a las reformas impulsadas por sectores progresistas. Para los líderes sindicales, la negativa del Congreso representa un desprecio por las demandas ciudadanas y una afrenta a los derechos sociales en juego.

Nada nos va a acallar”, declaró Arias con contundencia durante la cumbre, reafirmando que los sindicatos no permitirán que las instituciones legislativas ignoren las voces del pueblo. Según el dirigente, el paro de 48 horas será una herramienta para visibilizar el descontento creciente y dejar claro que “no se aceptará que el Congreso siga hundiendo reformas o bloqueando consultas”.

El respaldo a esta decisión proviene no solo de los sindicatos históricos, sino también de nuevas expresiones ciudadanas organizadas que han encontrado en la consulta una vía legítima para incidir en el debate nacional sobre derechos laborales, pensionales, ambientales y de salud.

¿Qué busca el paro nacional de mayo?

El anuncio del paro nacional del 28 y 29 de mayo responde a una lógica de escalada en la protesta social. Las organizaciones convocantes no solo reclaman por el hundimiento de la consulta, sino que también expresan su oposición a lo que consideran una alianza entre sectores del Senado y el gran empresariado, contraria a los intereses populares.

“Mediante este mecanismo de la huelga, vamos a expresar toda la inconformidad contra esa oligarquía presente en el Senado y contra ese gran empresariado que anima esas posiciones”, puntualizó Fabio Arias. La movilización, según sus promotores, es un acto de resistencia frente a decisiones legislativas que perpetúan la desigualdad y el bloqueo institucional.

El llamado se extiende a trabajadores de todos los sectores, estudiantes, organizaciones campesinas, colectivos étnicos y ciudadanía en general para sumarse de manera pacífica pero contundente a una protesta que busca marcar un punto de inflexión.

La articulación entre las diferentes organizaciones refuerza la idea de que este no será un simple paro, sino una señal de alerta sobre el rumbo del país en materia de democracia participativa y justicia social. Desde la CUT, se insiste en que esta jornada representa apenas una fase dentro de un plan de acción sostenido, que no descarta futuras acciones de mayor alcance si las demandas no son escuchadas.


¿Qué impacto puede tener esta jornada nacional de protesta?

El paro nacional convocado por las centrales obreras en Colombia para finales de mayo es más que una simple movilización. Se trata de una demostración de fuerza política y social que cuestiona el papel del Congreso frente a las reformas estructurales. A pesar de los obstáculos institucionales, el movimiento sindical y social deja claro que no se retirará del escenario político ni cederá en su propósito de reivindicar mecanismos de participación directa como la consulta popular.

El mensaje para el Congreso y el empresariado es claro: si no hay espacio en las urnas, habrá voces en las calles. ¿Responderá el Senado a este nuevo llamado o profundizará la crisis de representación?

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