El papa Francisco, líder espiritual de más de mil millones de católicos y defensor incansable de los más vulnerables, falleció a los 88 años en el Vaticano. La noticia fue confirmada este lunes por el cardenal Kevin Farrell, quien pronunció las palabras que estremecieron al mundo: “A las 7:35 a.m., el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”.

Este sorpresivo anuncio se dio apenas horas después de su participación en la misa del Domingo de Ramos. Aunque visiblemente debilitado, Francisco ofreció su última bendición urbi et orbi, despidiéndose del mundo con serenidad y dignidad.

Un reformador con acento latino

Nacido como Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, en 1936, Francisco hizo historia al convertirse en el primer papa latinoamericano, el primero en elegir el nombre del santo de Asís, y el primero proveniente de la orden jesuita. Desde su elección en 2013, su papado fue sinónimo de cercanía, sencillez y apertura.

Rechazó los lujos papales y pidió una Iglesia que caminara junto a los pobres. En su mensaje, puso en el centro del debate temas como la inmigración, la pobreza, la destrucción ambiental y la necesidad de reconciliación. Habló con claridad sobre el dolor de los abusos clericales y promovió medidas firmes para combatirlos.

Francisco en Colombia: un viaje de esperanza

En septiembre de 2017, el papa visitó Colombia en un momento clave del proceso de paz. Durante su recorrido por Bogotá, Medellín, Villavicencio y Cartagena, llevó un mensaje claro: “Demos el primer paso”. Esa fue la consigna de su visita, marcada por llamados al perdón, a la reconciliación y a sanar las heridas de décadas de conflicto.

En Villavicencio, encabezó un emotivo acto de perdón entre víctimas y excombatientes, y en Cartagena rindió homenaje a San Pedro Claver, defensor de los esclavos. Su presencia movilizó a millones de colombianos y dejó una huella espiritual profunda que sigue viva en muchos corazones.

Un legado que no dejó indiferente a nadie

Francisco impulsó importantes reformas en el Vaticano: desde la transparencia económica hasta el reconocimiento de las bendiciones a parejas del mismo sexo, pasando por el fortalecimiento del rol de la mujer en la Iglesia. Fue un papa que incomodó tanto a los sectores más conservadores como a quienes esperaban cambios aún más audaces.

Sin embargo, su legado no fue solo institucional, sino profundamente humano. Supo mirar a los ojos de migrantes, abrazar a personas marginadas y tender puentes entre religiones y culturas. Fue el papa de la calle, de los gestos pequeños, de la palabra que consuela.

Un final digno de su misión pastoral

En sus últimos días, Francisco participó activamente en los ritos de la Semana Santa, aunque delegó partes por su frágil salud. El domingo de Pascua, saludó por última vez desde el papamóvil a los fieles congregados en San Pedro. También sostuvo un breve encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, su última reunión con un líder mundial.

Su muerte marca el inicio del período de interregno papal y el proceso para elegir a su sucesor. Durante los próximos días, el cuerpo del papa será expuesto en la basílica de San Pedro y se celebrarán misas en su honor, como parte del luto oficial conocido como los Novendiales.

Francisco no renunció. Sirvió hasta su último aliento, tal como prometió. Y así, el papa que caminó con los pobres y habló con valentía hasta el final, entra en la historia como uno de los líderes más influyentes de la Iglesia contemporánea.



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