En el bullicio de la vida diaria, muchos nos dejamos arrastrar por el flujo de pensamientos, emociones y expectativas. Pocas veces hacemos una pausa para cuestionar quién está realmente al mando: ¿somos nosotros o nuestra mente? Este dilema es el punto de partida para un viaje profundo hacia nuestro mundo interno, una aventura para reconectar con nosotros mismos y abrazar la responsabilidad de nuestra existencia.

El primer paso de este viaje implica reconocer que nuestra mente, diseñada para protegernos, puede convertirse en un obstáculo. Durante la infancia, aprendemos a reprimir emociones para encajar en nuestro entorno, creando una personalidad basada en las expectativas ajenas. Así, la mente se convierte en un guardián que clasifica, juzga y guarda experiencias que considera dolorosas o inapropiadas.

Sin embargo, esta misma mente, que nos salvó en algún momento, no está diseñada para observarse a sí misma. Cuando intentamos «entrar» en nuestro interior, suele resistirse. Aparecen excusas, distracciones y hasta incomodidad física, lo que evidencia la resistencia que impide explorar lo que yace dentro de nosotros.

Superar esta resistencia requiere paciencia y curiosidad. No se trata de forzar ni de juzgar, sino de observar con atención compasiva. La clave está en aceptar lo que surge sin intentar cambiarlo de inmediato. Esta práctica nos enseña que sentir no es peligroso y que incluso las emociones más incómodas tienen algo que revelarnos.

Para muchos, el concepto de «ser el creador de tu vida» puede parecer abrumador, especialmente frente a eventos difíciles. Sin embargo, la propuesta no es culparnos por todo lo que nos sucede, sino asumir la responsabilidad de cómo interpretamos y reaccionamos ante las circunstancias. Cuando cambiamos nuestra relación con el mundo interno, el externo también empieza a transformarse.

Entrar en este territorio no es fácil, pero tampoco es imposible. Es un proceso de pequeños pasos: cerrar los ojos, respirar profundamente y prestar atención al cuerpo. El cuerpo no miente; es un espejo fiel de lo que ocurre en nuestro interior. Cuando lo escuchamos, descubrimos las tensiones y bloqueos que nos impiden avanzar.

Este proceso no busca eliminar los pensamientos o las emociones, sino aprender a relacionarnos de manera diferente con ellos. Es como sentarse al borde de una carretera a observar los autos que pasan, sin tratar de detenerlos ni seguirlos. Con el tiempo, esta práctica nos permite vivir con mayor calma y claridad.

El desafío no está en encontrar respuestas inmediatas, sino en cultivar la disposición de entrar, explorar y confiar en que somos capaces de sostenernos a nosotros mismos. Este primer paso, aunque sencillo, es el más transformador. Nos invita a reconquistar nuestro mundo interno y a descubrir el creador que siempre hemos sido.

Porque, al final, la verdadera libertad comienza cuando asumimos la responsabilidad de ser quienes realmente somos.

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CLAUDIA ESPERANZA CASTAÑO MONTOYA Líder Emoción y Espíritu Mass Media es la expresión multimedia de la misión de conexión Emocional y Espiritual de la Fundación Ok Futuro

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