En un movimiento estratégico sin precedentes, el Ministerio de Defensa de Colombia emitió la resolución 4760 del 1 de noviembre de 2024, poniendo fin a los Comandos Conjuntos de las Fuerzas Militares, una medida que reconfigura la estructura operativa de las fuerzas de seguridad del país. Este cambio, anticipado por algunos analistas, representa un giro en la estrategia de seguridad de Colombia, que busca enfrentar de manera más eficaz las amenazas internas y optimizar recursos en un contexto de desafíos complejos.

¿Qué significa la eliminación de los Comandos Conjuntos?

Los Comandos Conjuntos de Colombia, cinco en total, fueron creados con la misión de coordinar operaciones militares en territorios clave, especialmente en zonas de conflicto y áreas vulnerables a la presencia de grupos armados ilegales. Estas unidades, presentes en regiones como Cauca, Chocó, Antioquia, Arauca, Caquetá y Putumayo, jugaban un papel crucial en la estrategia militar contra actores armados ilegales y el crimen organizado, incluyendo fuerzas de tareas especiales como Omega, Titán, Hércules, Marte y Quirón.

Con la disolución de estos comandos, cada fuerza —el Ejército, la Armada Nacional y la Fuerza Aérea— retomará el control directo de las operaciones en sus respectivos territorios, operando de manera independiente. Según el comandante de las Fuerzas Militares, el almirante Francisco Cubides, este cambio permitirá una mejor respuesta ante las amenazas en las regiones fronterizas y otras áreas críticas, optimizando la distribución de recursos y delegando la responsabilidad táctica a cada rama militar.

Esta transición implica una modificación profunda en la estructura militar colombiana, la cual estaba orientada hacia una estrategia de conducción integrada. Ahora, la descentralización de las operaciones permitirá a cada fuerza actuar de acuerdo a sus capacidades y conocimientos específicos del terreno.

¿Por qué disolver los Comandos Conjuntos?

La decisión de desmantelar los Comandos Conjuntos está alineada con una reforma militar que busca mejorar la eficiencia operativa y aumentar la capacidad de respuesta frente a amenazas en constante evolución. La creciente presencia de grupos armados organizados, el narcotráfico y la violencia en zonas estratégicas del país han puesto a prueba la capacidad de las Fuerzas Militares para garantizar la seguridad en todo el territorio. Con esta reorganización, el Ministerio de Defensa espera redirigir el enfoque de las fuerzas hacia la defensa de las zonas fronterizas, donde las amenazas son más recurrentes y complejas.

Además, el fin de los Comandos Conjuntos refleja la voluntad de modificar una estrategia que, si bien en su momento fue efectiva para combatir a las guerrillas y otros actores armados, hoy requiere adaptarse a un panorama de seguridad más diverso. De acuerdo con expertos en seguridad, la eliminación de estos comandos podría fortalecer la operación individual de cada fuerza, permitiendo que el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea implementen tácticas específicas sin necesidad de coordinar cada movimiento en un marco conjunto, lo que a veces ralentizaba la toma de decisiones en terreno.

Cambios en el liderazgo militar y renovación de altos mandos

El fin de los Comandos Conjuntos no es el único cambio significativo en la reestructuración de las Fuerzas Militares de Colombia. Junto con esta decisión, el Ejército Nacional ha anunciado la salida de varios generales de brigada que no fueron promovidos al grado de mayor general, en un proceso de selección que refuerza la renovación del liderazgo militar. Entre los generales que dejarán sus cargos se encuentran Óscar Murillo, Miller Nossa, Néstor Enrique Caro, Giovanny Valencia, Leonardo Gómez y Juan Carlos Fajardo. Estos oficiales recibieron el agradecimiento de la institución por su trayectoria y lealtad, marcando así una fase de transición en la estructura de mando.

Paralelamente, otros seis brigadieres generales continuarán en el proceso para ascender a mayor general, entre los que se encuentran Fabio Leonardo Caro, jefe de Operaciones del Ejército Nacional, y otros altos oficiales como Raúl Vargas y Roger Gómez. Este proceso de selección, que se ha vuelto más competitivo, refleja el compromiso de las Fuerzas Militares de fortalecer sus cuadros de mando con líderes preparados para enfrentar los retos actuales de seguridad en Colombia.

Retos y oportunidades de la nueva estructura militar

La disolución de los Comandos Conjuntos implica tanto retos como oportunidades para la estrategia de defensa de Colombia. Por un lado, la eliminación de esta estructura coordinada podría simplificar la toma de decisiones a nivel territorial, facilitando que cada fuerza militar implemente operativos con mayor autonomía. Sin embargo, el cambio también plantea desafíos en términos de coordinación interinstitucional y de comunicación entre las diferentes ramas, especialmente en áreas donde las operaciones conjuntas han demostrado ser efectivas contra los actores armados ilegales.

El ajuste en la estructura no solo es una cuestión operativa, sino también de gestión de recursos. La optimización de estos es uno de los objetivos principales de la resolución 4760, en un contexto en el que el presupuesto de defensa debe ajustarse para cubrir las necesidades actuales sin comprometer la eficacia en terreno. Además, este cambio en la organización militar colombiana busca anticiparse a los cambios en las dinámicas de conflicto en el país, que hoy están marcadas por fenómenos como el crecimiento de bandas criminales y el aumento de la influencia de grupos armados transnacionales en las fronteras.

Una nueva etapa en la estrategia de seguridad

La reestructuración que lidera el almirante Cubides subraya la intención del Ministerio de Defensa de modernizar la estructura militar de Colombia, adecuándola a las necesidades contemporáneas y reforzando su capacidad para responder a las amenazas internas de manera eficaz. Aunque el fin de los Comandos Conjuntos representa una ruptura con la estrategia militar del pasado reciente, esta transformación apunta a un modelo más flexible y directo, en el que cada fuerza asume un rol activo y centralizado en la defensa del país.

La salida de altos mandos y la promoción de nuevos líderes marcan una renovación en el Ejército Nacional, que ahora debe adaptarse a los desafíos de seguridad en regiones complejas. A medida que Colombia se adentra en esta nueva fase de seguridad, queda la expectativa de si esta reestructuración permitirá enfrentar con mayor eficacia las amenazas y reducir los niveles de conflicto en las zonas más afectadas del país.


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