El Ministerio de Relaciones Exteriores ha autorizado un importante proceso de repatriación de más de 100 bienes culturales que se encontraban en colecciones privadas en Estados Unidos. Este esfuerzo, que representa un avance significativo en la defensa del patrimonio histórico y cultural de Colombia, incluye la recuperación de piezas arqueológicas y etnográficas que formaban parte de la colección de James Lawrence, así como otras piezas de una colección anónima.

La recuperación de estos bienes es un claro ejemplo de la cooperación internacional para la protección de los tesoros culturales de la nación. La labor del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) y el apoyo de la Embajada de Colombia en Washington han sido fundamentales para lograr este objetivo.

James Lawrence y su legado arqueológico

James Lawrence, quien fue voluntario del Cuerpo de Paz en el Putumayo entre 1970 y 1972, adquirió una amplia colección de objetos culturales durante su estancia en la región. Según lo informado, Lawrence adquirió estos artefactos, incluyendo ajuares funerarios, en mercados locales. Los llamados “huacas” —término utilizado para referirse a lugares sagrados o entierros en las culturas precolombinas— fueron una fuente clave de estas piezas, que incluían máscaras, figuritas de arcilla y otros objetos de valor etnográfico.

Tras regresar a Nueva York en 1972, Lawrence mantuvo estos objetos en su posesión hasta su fallecimiento en junio de 2023. Fue entonces cuando su hijastra, Jessica Lawrence, identificó los bienes culturales y, reconociendo su importancia histórica, se puso en contacto con la Embajada de Colombia en Washington. La posterior evaluación realizada por el ICANH confirmó el valor y el origen de las piezas, lo que inició el proceso de repatriación de este significativo legado.

Este caso subraya cómo, a menudo, colecciones privadas pueden contener importantes vestigios del pasado que pertenecen al patrimonio cultural de una nación. La decisión de Jessica Lawrence de devolver los bienes es un ejemplo admirable de compromiso con la protección de la memoria histórica y la restitución de objetos que pertenecen a su lugar de origen.

La colección anónima y su vínculo con el patrimonio arqueológico nacional

Además de la colección Lawrence, otra importante repatriación tuvo lugar en marzo de 2024. En este caso, una colección anónima fue entregada a la embajada de Colombia en Estados Unidos, la cual incluía varias piezas que, tras ser evaluadas, se identificaron como parte del patrimonio arqueológico nacional. Estas piezas, aunque menos conocidas que las de la colección Lawrence, representan igualmente una parte valiosa de la historia prehispánica de Colombia y contribuyen al entendimiento de sus culturas antiguas.

El hecho de que estas piezas hayan sido devueltas sin la presión de acciones legales o diplomáticas demuestra una creciente conciencia sobre la importancia de la restitución voluntaria del patrimonio. Las colecciones privadas que involucran bienes arqueológicos deben ser gestionadas con gran responsabilidad, y el caso de la colección anónima subraya la posibilidad de que más ciudadanos y coleccionistas en el extranjero se sumen a esta iniciativa de devolver piezas a su lugar de origen.

La importancia de la cooperación internacional

Durante el anuncio de la repatriación de estos 115 bienes culturales, el embajador de Colombia en los Estados Unidos, Daniel García-Peña, destacó la importancia de esta acción no solo para Colombia, sino también como un ejemplo de la cooperación internacional en la protección del patrimonio cultural. En su discurso, el embajador agradeció a las colecciones privadas que facilitaron el retorno de los bienes y subrayó el valor de este tipo de esfuerzos en el fortalecimiento de los lazos bilaterales entre Colombia y Estados Unidos.

«La repatriación de estos 115 bienes culturales marca un avance en la protección del patrimonio colombiano y un claro ejemplo de cooperación internacional. Agradecemos a las colecciones privadas que han contribuido a esta recuperación y al fortalecimiento de nuestra memoria histórica. Invitamos a quienes aún custodian piezas de origen colombiano a facilitar su retorno y con ello a preservar nuestra herencia cultural, un esfuerzo colectivo que, además, refuerza los lazos bilaterales y el respeto por el patrimonio global», declaró García-Peña.

Este proceso de repatriación representa un paso crucial en el fortalecimiento de la protección del patrimonio cultural colombiano. A lo largo de los años, el tráfico ilegal de bienes culturales ha sido una amenaza constante para la preservación de la historia prehispánica del país. El regreso de estos objetos es un avance significativo en la lucha contra este problema, y la cooperación con instituciones internacionales es clave para continuar con estos esfuerzos.

¿Qué depara el futuro para el patrimonio colombiano?

Con la repatriación de estos bienes, se refuerza la necesidad de seguir fomentando la cooperación internacional para proteger el patrimonio cultural. Colombia ha recuperado un importante conjunto de objetos arqueológicos, pero aún quedan muchos otros por regresar. El llamado a quienes poseen estos bienes es claro: es necesario reconocer el valor cultural y simbólico que tienen para su país de origen y facilitar su retorno.

Este tipo de acciones, además de fortalecer la identidad y la historia colombiana, envían un mensaje poderoso sobre la importancia de preservar el patrimonio global. La pregunta que surge ahora es: ¿será esta repatriación un catalizador para que otros coleccionistas, tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, sigan este ejemplo y devuelvan más bienes culturales a Colombia?

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