Segunda Marquetalia y su presunta presencia en zonas rurales de Bogotá han encendido las alarmas nuevamente. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por desestimar cualquier infiltración de grupos armados en esta parte del país, el reciente incidente en Sumapaz desafía esa seguridad percibida y revive temores sobre la violencia en la capital colombiana.
El martes 18 de septiembre, imágenes de un vehículo oficial vandalizado en el área rural de Sumapaz, que forma parte del páramo más grande del mundo, sacudieron las redes sociales y los medios de comunicación. Las marcas, hechas con aerosol rojo, evidenciaron la presencia de la Segunda Marquetalia, un grupo disidente de las extintas Farc, liderado por Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, quien no se acogió al Acuerdo de Paz de 2016.
El hecho fue reportado inicialmente en la cuenta de la Contraloría de Bogotá en la red social X (anteriormente Twitter), aunque más tarde el trino desapareció. Lo que sí quedó claro es que el automotor afectado pertenecía a la Secretaría de Integración Social, lo cual generó un fuerte rechazo por parte de las entidades gubernamentales y provocó la convocatoria de un consejo extraordinario de seguridad.
Un episodio alarmante
La noticia fue difundida por varios medios locales, incluyendo Noticias RCN y Citynoticias, que informaron sobre el ataque a un vehículo oficial mientras circulaba en el sector de Casablanca, en el páramo de Sumapaz. Tres hombres, vestidos de negro y armados, interceptaron el vehículo, obligando a los ocupantes a descender antes de vandalizarlo. Este ataque no es solo un acto de intimidación, sino que levanta serias preocupaciones sobre la posible reorganización de grupos armados en la región, un fenómeno que la ciudad no ha experimentado en décadas.
Las reacciones no tardaron en llegar. El secretario de Gobierno de Bogotá, Gustavo Quintero Ardila, confirmó el hecho a través de la red social X, indicando que ya se estaban tomando medidas junto con la Fuerza Pública para proteger la seguridad de la comunidad afectada. Sin embargo, la falta de detalles específicos ha dejado abierta la pregunta sobre el verdadero alcance del problema y si esto es un caso aislado o parte de un fenómeno mayor de infiltración subversiva en la capital.
Segunda Marquetalia: Una amenaza que persiste
Este incidente ha reavivado el recuerdo de la violencia guerrillera que afectó a Sumapaz en las décadas pasadas. La localidad, por su ubicación estratégica en el páramo, fue en su momento un bastión para las Farc, que la utilizaban como refugio y punto de operación. Figuras como Henry Castellanos Garzón, alias Edinson Romaña, encontraron en Sumapaz un lugar clave para sus actividades, hasta su muerte en 2021 en un enfrentamiento con disidencias de las Farc.
Aunque el gobierno local ha tratado de posicionar a Sumapaz como un ejemplo de construcción de paz, los últimos sucesos evidencian que las heridas de la guerra aún no han sanado del todo. Lo que sucedió el martes recuerda que el conflicto armado colombiano sigue siendo un tema latente, incluso en territorios que por años se consideraron libres de guerrilla.
En este contexto, la Segunda Marquetalia ha asumido un rol crucial. Este grupo armado, surgido como una disidencia de las Farc tras la firma del acuerdo de paz, es liderado por Iván Márquez, quien fuera uno de los negociadores clave en el proceso de paz. Sin embargo, al no acogerse al acuerdo, Márquez y otros líderes optaron por continuar con la lucha armada, lo que ha causado una nueva ola de violencia en ciertas zonas rurales del país.
El ataque en Sumapaz es una muestra más de que la Segunda Marquetalia busca ampliar su presencia en áreas estratégicas, desafiando los esfuerzos del gobierno por mantener la paz y la seguridad en la región.
Sumapaz: Un símbolo de paz en peligro
Sumapaz ha sido reconocida a nivel nacional e internacional por su biodiversidad y su valor ecológico. Como el páramo más grande del mundo, alberga importantes fuentes de agua que abastecen a Bogotá y otras regiones. Pero más allá de su riqueza natural, Sumapaz también ha sido un escenario clave en la historia del conflicto armado en Colombia. En la década de 1990, fue uno de los epicentros de la violencia guerrillera, con el asentamiento de figuras como Edinson Romaña.
El secretario de Gobierno, Gustavo Quintero, fue claro en su mensaje: «Durante años Sumapaz ha sido ejemplo de la construcción de paz territorial». Y es justamente esa imagen de paz la que se ve amenazada con incidentes como el del 18 de septiembre. La administración distrital ha puesto este territorio en su lista de prioridades, reconociendo que no se puede permitir que la comunidad sumapaceña reviva los traumas del pasado.
El desafío para las autoridades es inmenso. No solo se trata de garantizar la seguridad de los habitantes y funcionarios que trabajan en la región, sino también de mantener intactos los logros obtenidos en la construcción de paz territorial. La Segunda Marquetalia, y otros grupos armados, buscan desestabilizar estas zonas con actos que, aunque simbólicos, envían un mensaje claro: la lucha no ha terminado.
¿Logrará Bogotá contener esta amenaza emergente en sus zonas rurales o estamos ante el comienzo de una nueva ola de violencia?