El Sistema Departamental de Áreas Protegidas de Risaralda, SIDAP-Risaralda, coordinado por la Corporación Autónoma Regional de Risaralda – CARDER, lidera desde hace más de tres décadas, una estrategia transformadora para fortalecer la conservación en la región. A través de la formación de niños, niñas y jóvenes como observadores de aves, se promueve no solo la educación ambiental, sino también la protección activa de la biodiversidad en el departamento.
En la actualidad, 169 niños y niñas entre 6 y 15 años integran los grupos semilleros de observadores en la Cuchilla del San Juan. Esta significativa participación se ha alcanzado mediante el apoyo a procesos previos y la instauración de nuevas iniciativas, como parte del compromiso continuo en la actualización del plan de manejo del área protegida. Aquí, se están coordinando acciones para conservar tanto el territorio como la vida de las comunidades.
Lorena Jaramillo Marín, integrante del equipo técnico de FECOMAR encargado de estas actividades educativas, destaca el impacto positivo de esta iniciativa: “estos procesos de formación son una oportunidad para que los niños aprendan a interpretar el territorio de una manera diferente y, porque no decirlo, con otras oportunidades. Es importante que los niños, quienes van a garantizar el relevo generacional en los territorios, puedan tener esa conciencia ambiental y educar a otras personas”.
Además, destaca que varios de los integrantes de los grupos semilleros han ascendido a roles de liderazgo ambiental y emprendimiento dentro de sus comunidades, liderando iniciativas y aportando al progreso sostenible de la región. Experiencia que busca su continuidad en las áreas de influencia de la Cuchilla del San Juan.
María Andrea Hurtado, secretaria del Movimiento Ambiental para la Preservación del Agua y la Vida en la vereda Mampay de Mistrató, reconoce que el proceso adelantado en Cuchilla del San Juan ha llegado para fortalecer su iniciativa comunitaria.
“De parte del movimiento ambiental se creó el semillerito de observadores de aves, la importancia para nosotros es dejarles el legado sobre el medio ambiente, la recuperación de las semillas, las aves, y que más adelante ellos sean los que defiendan el territorio. Gracias a este proceso tenemos uniformes que identifican a los niños, también nos han traído gente especializada en aves y eso los tiene muy animados”, explicó María Andrea.
En suma, esta estrategia no solo fortalece la educación ambiental, sino que también promueve el compromiso de las nuevas generaciones con la protección del ambiente y la biodiversidad. Además, capacita a estos jóvenes para liderar procesos de gobernanza y desarrollo sostenible en sus territorios.