Credit: Christian Orrego

La educación al igual que el ser humano, ha visto la necesidad de evolucionar y adaptarse a cada una de las épocas de la historia, de igual manera, los roles, instituciones, técnicas y/o metodologías han pasado por estos procesos de transformación, puesto que, a pesar de no existir una verdad absoluta, la inmensa curiosidad de los individuos los ha forzado al menos a intentar encontrar la verdad a toda costa.

Ahora bien, para el mundo contemporáneo, con la celeridad e incertidumbre que transita por los pasillos de la historia, ha facilitado en gran medida la obtención de información, pero, aparentemente, se ha quedado corto, en reconocer el valor de aquellos, quienes, valientes, en una era con altas distracciones, han volcado sus vidas hacia la búsqueda de conocimiento. ¿Cómo podría pasar esto en el momento donde más información almacenada tenemos?, sencillo, Marx lo expresaba en términos de las cosas, por decirlo de alguna manera; para él las cosas tenían valor según su utilidad, por esta razón el dinero sostiene, quizá tanta relevancia en nuestra sociedad (dado su utilidad).

Por consiguiente, el conocimiento como finalidad del ser humano ha perdido valor, en parte por aquellos que se creen dueños de la verdad, en parte porque dejaron de existir centros donde se considere al conocimiento como un fin en sí mismo por el placer de obtenerlo y sea casi que inexistente está apreciación por la gran mayoría de nosotros, sin desmeritar y desconocer el trabajo de los educadores que buscan con verdadero empeño, transmitir y despertar en sus aprendices el fuego y la llama del conocimiento, la curiosidad y la verdad. 

Por el momento, la belleza, el conocimiento, lo ridículo y lo sublime seguirán siendo ideas permanentes en el tiempo. Puesto que, su característica principal es que suponen un concepto superior, al ser individual y permanente; además, la educación como medio de transmisión del conocimiento, seguirá infundando la idea del saberse cómo un tesoro por sí mismo, en las mentes curiosas y los corazones con la capacidad de recibir esa recompensa tras años de trabajo.

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